Forbes.- Que cada empresa, comercio o vivienda genere la energía eléctrica que consume, es una de las metas de largo plazo que mantienen el gobierno federal, organismos y compañías que impulsan el uso de fuentes renovables en México.
Hasta ahora, los pasos son incipientes, pero firmes. Proyectos que antes no eran rentables porque la tecnología era escasa y onerosa, ahora son viables por cuestiones de ahorro en la factura eléctrica, por convicción de ser amigables con el ambiente y también porque generar energía renovable tiene incentivos fiscales que han sabido aprovechar, especialmente las grandes empresas.
La generación distribuida es el desarrollo de pequeñas fuentes de producción ubicadas lo más próximo posible al centro de consumo, preferentemente de energía limpia.
De acuerdo con la Ley de la Industria Eléctrica, la generación distribuida es la que se realiza por un propietario o poseedor de una o varias centrales eléctricas que se encuentren interconectadas a un circuito de distribución que contenga una alta concentración de centros de carga, y que no requieran ni cuenten con permiso para generar energía eléctrica.
La energía generada por un Sistema Fotovoltaico Interconectado (SFV) que no se consume, es inyectada a la red eléctrica y contabilizada con un medidor bidireccional que registra, tanto la energía utilizada de la red, como la generada con el SFV. La diferencia entre las dos mediciones es la energía facturada.
Por eso ahora es muy común ver en techos de residencias, comercios y empresas paneles solares. Para impulsar esos proyectos, la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex) dio a conocer la Iniciativa de Generación Solar Distribuida (GSD) que tiene como objetivo incorporar más de 6 mil MW de GSD para 2024. Dicha capacidad equivale a la energía que demandan 1.2 millones de hogares.
La iniciativa es relevante si se considera que en grandes proyectos de energía solar hasta 2016, sólo se tenía una capacidad instalada de 65.63 MW, mientras que el potencial probado en el país es de más de 25 mil MW. Dicha capacidad en grandes centrales refleja que los proyectos fotovoltaicos de GSD son potencialmente más viables que las grandes plantas solares.
De acuerdo con la Asolmex, concretar los proyectos de GSD en los próximos seis años implicaría inversiones por 150 mil millones de pesos; la reducción de 27 millones de toneladas de bióxido de carbono; reducción en el uso de 27 mil millones de litros de agua y la generación de 77 mil nuevos empleos.
Por donde se le vea el impulso a la GSD tiene beneficios para el país, especialmente si se considera que un alto porcentaje de energía eléctrica se genera con gas natural y México es deficitario de ese hidrocarburo.
Hasta el año pasado, el Fidecomiso para Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE) había financiado más de dos mil proyectos de generación distribuida con energía renovable para autoconsumo en empresas y el sector residencial en México.
Además de los proyectos financiados por el FIDE, hay que considerar los que no son sujetos de crédito y que impulsan especialmente empresas con altos porcentajes de consumo de energía relacionados especialmente con los sectores automotriz, minero, siderúrgico y de alimentos.
La tendencia en el mundo se dirige hacia generar la electricidad cerca de los lugares donde se consume, especialmente renovable, de esta forma se evitan desperdicios y gastos en la infraestructura para la generación, transmisión y distribución de la energía.