Aunque el acueducto Río Colorado – Tijuana ha sido de gran beneficio para las ciudades a las que abastece de agua, la situación actual de su infraestructura es incierta, ya que su funcionamiento no ha sido supervisado con la periodicidad que requiere, pues se menciona que han transcurrido tres años desde la última vez que se realizó dicha labor.
Esto indicó en entrevista el ingeniero Marco Antonio Tapia Grijalva, luego de recibir un reconocimiento a su trayectoria, de la que destaca su labor en la puesta en marcha del acueducto, obra icónica de la infraestructura de Baja California y de relevancia total para el abasto de agua en las ciudades de Tijuana, Tecate y Playas de Rosarito.
Dicho reconocimiento tuvo lugar en un foro organizado por la Asociación Mexicana de Hidráulica (AMH) Capítulo Baja California, justo a cuarenta años de que inició la operación del acueducto, etapa en la que el ingeniero Tapia fungió como Residente General, aportando su conocimiento en materia hidráulica y sentando precedentes para el ramo a nivel nacional.
El experto comentó que al estar el acueducto ubicado en una zona sísmica y con alta salinidad de terreno, se potencializan daños en sus materiales y componentes, por lo que se requiere que la autoridad correspondiente ponga énfasis en su vigilancia, primordialmente al estado de los más de 100 kilómetros de tubos de concreto presforzado.

Como antecedente, mencionó que durante la etapa inicial de operación del acueducto a inicios de la década de 1980, se identificaron factores que ocasionaron que muchos tubos se reventaran, por lo que tuvieron que implementar nuevos mecanismos para retardar el deterioro.
“Apenas habíamos instalado la primera parte de tubería y enseguida comenzaron a reventarse, afortunadamente se dio rápido ese asunto, lo cual nos dio tiempo de corregir y entonces implementar la protección catódica, es decir, la instalación de ánodos de sacrificio que son los que retardan el efecto salino en la tubería”, recordó.
Sostuvo que de suceder un incidente mayor como el sismo del año 2010, esto provocaría daños a los tubos, o bien su colapso debido al deterioro causado por la falta de supervisión y mantenimiento, y en consecuencia se pausaría el abasto de agua desde el Río Colorado, implicando que Tijuana deje de recibir el líquido durante varios meses, esto dependiendo de la disposición de piezas de remplazo adecuadas y mientras se realiza el mantenimiento.
Aseveró que ante un panorama así se tendría que utilizar agua de la Presa El Carrizo para brindar el servicio a la población, pero se estima que su capacidad total de almacenamiento apenas alcanzaría para abastecer el líquido durante dos meses como máximo, esto si ocurre en invierno cuando hay bajo consumo de agua.

Mientras que en caso de darse un incidente en temporada de alta demanda como lo es verano, puntualizó que la situación sería mucho más grave, puesto que el tiempo de las obras de mantenimiento del acueducto sería más prolongadas que la disponibilidad del vital líquido.
“Urge emprender nuevas acciones para tener más alternativas de abasto de agua potable, porque ´todos los huevos están puestos en una sola canasta´, el acueducto y su supervisión así como el mantenimiento del mismo ya no puede ser la única opción para Tijuana, esto pone a la ciudad en un estado de alerta y emergencia”, manifestó.
Tapia Grijalva destacó que en el encuentro organizado por la AMH Baja California, estuvo el ingeniero Francisco Bernal, titular de la Seproa, quien cuenta con bastante conocimiento del sector hídrico local, y de quien espera sea empático con el mensaje que se transmitió ese día y tenga efectos positivos en la gestión del agua.
“Cuando empezamos esta obra no había antecedentes similares en México, luego algunas de las experiencias de aquí sirvieron para la gente que desarrolló el Sistema Cutzamala, así que podemos decir que la obra del Acueducto Río Colorado – Tijuana fue pionera en la materia”, concluyó





